Por ELVIA ANDRADE BARAJAS
CIUDAD DE MEXICO, ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, México, 16 de junio de 2023.-En los tiempos de nuestros bisabuelos, abuelos y padres las lluvias iniciaban en junio; los primeros días del mes disminuía el calor de mayo, para dar paso a fuertes vientos que con sus soplidos anunciaban el cambio de ciclo. Casi siempre, entre el 15 o 16 de junio se registraban las primeras lluvias, que concluían con el “cordón de San Francisco” o sea el 4 de octubre, pero los gobiernos y hombres de poder trastocaron el medio ambiente. Ignoraron las advertencias de los ecologistas: Devastaron los bosques, abrieron caminos en las selvas, contaminaron los mares, el aire, el agua, sobrepoblaron las ciudades capitales y asfixiaron el aire. Aceleraron el cambio climático.
Ahora, en México, todos son testigos de los estragos del cambio climático, y se quejan de las olas de calor que se viven actualmente, que han provocado más de 10 muertos, dos en Tabasco, dos en Quintana Roo, tres en Veracruz, una en Oaxaca y dos en Sonora, pero el presidente Andrés Manuel López Obrador niega los decesos, pese a que los informes fueron proporcionados por personal médico de la propia secretaria de Salud.
“Se está haciendo una campaña de información, Protección Civil está actuando. Hoy en el Gabinete de Seguridad se trató el tema”, comentó.
Además, desde el lunes hasta primera hora de este jueves, la Secretaría de Salud informó de 264 casos de golpes de calor, 202 personas con deshidratación y 21 con quemaduras.
Las temperaturas oscilan de 30 a 45 grados, fuera de los ciclos normales heredados por nuestros antepasados, que honraban y respetaban a la tierra, el sol, el agua y el viento, los cuatro elementos que dan vida al planeta.
El quinto elemento es el hombre, que tiene la obligación de preservarla y ser su vigilante, pero para James Lovelock, es su destructor.
“Va a llegar el momento en que Gaia (la tierra) va a deshacerse de nosotros (el quinto elemento) y el daño ecológico que le ha hecho puede llegar a ser irreversible, al grado de cambiar la forma de vida como la conocemos, lo primero serán los cambios de ciclo”, advierte James Lovelock, un científico independiente, ecologista y futurista en su libro La Venganza de Gaia.
Lovelock ha escrito varios libros sobre el tema del cambio climático y el medio ambiente, incluidos "La venganza de Gaia" y "La cara que se desvanece de Gaia".
Ha sido galardonado con numerosos honores por su trabajo en ciencia y medio ambiente.
Sin embargo, casi nada se ha hecho por defender los recursos de la tierra.
Se ha hablado mucho, se han firmado pactos y convenios internacionales pero lo cierto es que el deterioro del medio ambiente avanza y tal como lo advirtió Lovelock y otros científicos los glaciares se derriten provocando un sobrecalentamiento en la tierra.
El derretimiento de los glaciares es un fenómeno que se ha acelerado en las últimas décadas debido al cambio climático.
Según el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), en México, los glaciares han perdido el 50% de su superficie en los últimos 30 años.
En todo el mundo, el derretimiento de los glaciares ha contribuido al aumento del nivel del mar y ha afectado a la disponibilidad de agua dulce.
El incremento de la temperatura es el indicador más certero del cambio climático y en el caso de México, el calentamiento está por encima de la media mundial.
Las temperaturas mínimas y máximas presentan una tendencia hacia un incremento de noches cálidas y una disminución de noches frías en todo el país.
Se prevé que de 2015 a 2039 el promedio de la temperatura anual en el país haya aumentado 1.5°C y 2°C en el norte del territorio.
Científicos del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) sostienen que los calores actuales son inusuales y podrán durar 15 días más.
Tabasco, Campeche, Coahuila, Nuevo León, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas y Veracruz superan los 45 grados.
Baja California Sur, Chiapas, Chihuahua, Colima, Durango, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, Oaxaca, el norte de Puebla y Yucatán tendrán máximas entre los 40 y los 45 grados. Solo Ciudad de México y Tlaxcala tendrán temperaturas máximas por debajo de los 35 grados.
Las olas de calor pueden ser peligrosas para la salud.
Según la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (IFRC), pueden causar shocks, episodios de deshidratación y tendencia a desarrollar enfermedades graves.
“También pueden empeorar enfermedades cardiovasculares y respiratorias crónicas”, asegura la organización. Además, las olas de calor pueden provocar molestias, aumenta el consumo de energía, provoca muertes por hipertermia, sequías e incendios forestales, y afecta caudales de río, arroyos, lagunas y lagos.
El cambio climático es provocado por la emisión de gases de efecto invernadero.
Estos gases retienen el calor del sol en la atmósfera y son necesarios para que haya vida en la Tierra. Sin embargo, las actividades humanas han aumentado la producción de estos gases, provocando el llamado calentamiento global, la principal de las causas del cambio climático.
La deforestación y la sobrepoblación son dos de los factores que contribuyen al cambio climático.
La deforestación lleva a dañar los ecosistemas, a una pérdida de biodiversidad y a la aridez en el terreno.
Además, se evita la fijación de dióxido de carbono (CO2), por lo que se contribuye al cambio climático.
La sobrepoblación también contribuye al cambio climático ya que aumenta la demanda de recursos naturales y energía.
La Sierra de Guadalupe es una cordillera volcánica y cadena montañosa que forma parte del Estado de México y la Ciudad de México, con una extensión de 5,293.40 hectáreas distribuidas en los municipios de Ecatepec, Coacalco, Tultitlán y Cuautitlán Izcalli.
Su cercanía con la Ciudad de México, capital de la Republica Mexicana, ha provocado que se dispare la explosión demográfica y que la mancha urbana ‘devore’ los cerros deforestándolos y levantando casas de concreto donde había árboles.
Con esto, los migrantes de las zonas rurales y el interior del país hacia la capital en busca de mejor vida, generan contaminación e inundaciones por la bajada de aguas broncas que no se retienen ante la falta de árboles, cuyas raíces tienen la función de absorber el agua pluvial y generar oxígeno.
Este ciclo natural se ha roto en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, donde se ha privilegiado al concreto y la sobrepoblación que a las áreas boscosas y verdes.
La Ciudad de México y su zona metropolitana han registrado un crecimiento demográfico importante en las últimas décadas, en las que los gobiernos federal, estatal y municipal han permitido el asentamiento de millones de personas en los cerros, con la conveniencia de convertirlos en votos a favor.
Los han dotado de servicios públicos, escuelas, mercados y carreteras, incluso mejores que las que tienen las zonas bajas, las más antiguas y que por tiempo deberían estar en mejores condiciones, pero irónicamente son los pobladores de esas zonas los que sufren las consecuencias de la explosión demográfica, que finalmente afecta a todos por las consecuencias del cambio climático.
Un estudio de la Secretaría General del Consejo Nacional de Población (SG CONAPO) cita que la población de la Ciudad de México es de aproximadamente 8,900,000 habitantes y si se le añade la Zona Metropolitana, supera los 22,000,000 con un margen relativamente amplio.
En los cerros de la Sierra de Guadalupe, decretada hace años como pulmón del Valle de México, viven un promedio de tres millones de personas en cerros, que han copado de casas, incluso han construido edificios y las autoridades permiten esta irregularidad.
La explosión demográfica se explica por la migración del campo a la ciudad, por el descenso de la mortalidad y por el aumento de la natalidad.
En contraste, en el interior de la República Mexicana existen amplias zonas deshabitadas con extensas zonas verdes y arboladas.
Sin embargo, estas áreas son atacadas y sometidas por el narcotráfico, que además de generar narcoviolencia, incurre en delitos ambientales, tales como la tala clandestina de bosques.
Los pueblos fantasmas son comunidades que han sido despobladas por la violencia en torno al narcotráfico.
En México, se han reportado varios casos de pueblos fantasmas en diferentes estados.
Guerrero, un estado rico en recursos naturales, tiene varios ‘pueblos fantasma’, porque sus habitantes escaparon de la guerra de carteles de narcotráfico.
En Michoacán el crimen organizado ha dejado comunidades fantasma en el municipio de Parácuaro.
En Zacatecas, la disputa de grupos del narcotráfico ha provocado una ola de violencia y el desplazamiento de miles de personas.
En Guerrero, familias de San Felipe del Ocote, Tlanipatlán y Liberaltepec abandonaron sus casas por miedo a criminales. Estos pueblos son conocidos como "pueblos fantasma".
Están deshabitados. Todos se fueron a las grandes ciudades.
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